La leyenda de la sierpe.

          Como bien reza el título, hoy vamos a traerles una de esa historias que envuelven a nuestra ciudad y que la convierten, precisamente, en esta Sevilla Legendaria que aquí intentamos ir descubriendo y que por suerte, nunca deja de sorprender a propios y extraños. Muchos de ustedes la conocerán, aunque sea de oídas, pero que siempre gusta escucharla, aunque ya la sepamos o no. Y es que nos encaminamos hacia, nada más y nada menos, que nuestra famosa calle Sierpes y con todo lo que ella significa para nosotros y nuestra propia Sevilla.

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Rótulo actual de la c/Sierpes en el nº1, la Confitería de La Campana. (Google Maps).

La historia de esta vía es amplia, ya que su origen y trazado se debe a un antiguo brazo del río Guadalquivir que, según los estudios, provenía de la zona de la Alameda y se adentraba por esta calle en busca de la actual av. de la Constitución para volver a comunicarse con su gran cauce, muy próximo a la desembocadura del arroyo Tagarete. Prueba de ello son los restos romanos de muros y de actividad portuaria aparecidos en la cercana c/Cuna. Esta entrada de agua fue desecada por los visigodos, lo que hizo que el terreno se fuera adaptando al crecimiento de la urbe, de ahí que haya quiénes piensen que esta vía tenía una forma más serpenteante por ser el antiguo cauce y que éste sea el motivo para nombrar la calle como Sierpes.

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Postal coloreada de la c/ Sierpes hacia 1910-20, basada en una foto desde las Cuatro Esquinas de San José. (Nº66, C.R.S. – almirante23.net)

Es desde el s. XIII cuando figura con el nombre de calle de la Sierpe, posteriormente en el s. XVIII comenzó a aparecer ya en plural, perdiendo el artículo “las” durante la segunda mitad del s. XIX,  para llegar como c/ Sierpes a la actualidad. Si bien, la publicación en el s. XVIII del libro “Compendio histórico descriptivo de la mui noble y muy leal ciudad de Sevilla, metropoli inclyta de Andalucía / recopilado de los mejores authores que de dicha ciudad tratan por D. Fermin Arana de Valflora” ha hecho pensar a muchos sevillanos que antiguamente se le conocía como la calle de Espaderos, en relación a este gremio, como se comenta en dicho libro aunque no hay ningún documento que registre este nombre. Sí fue conocida por Cruz de la Cerrajería, hasta finales del s. XIX, en el sector que cruza con c/ Rioja y la propia c/ Cerrajería, dado que allí se ubicaba esta cruz que actualmente preside la Plaza de Santa Cruz. También otro cruce, en este caso el de la c/ Sagasta y c/ Jovellanos, recibió en el s. XVIII el nombre de las Cuatro Esquinas o Cuatro Esquinas de S. José, debido a la cercanía de la Capillita de San José.

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Cruz de la Cerrajería o de las Sierpes, en la Plaza de Santa Cruz dese 1918. (Sevilla Legendaria, 2016).

Algunos autores hacen referencia a un caballero llamado Gil de Sierpe, aunque ni en el nombre hay acuerdo, y que se estableció allí tras la reconquista de la ciudad, dando su casa nombre a la calle, pero resulta que este personaje no figura en el Libro de Repartimiento de Sevilla, por lo que parece poco probable que sea este motivo el origen del nombre. Así que tras tantas hipótesis, nos encontramos con una leyenda que se ha convertido en la más común para determinar el origen del topónimo de esta vía y que surgió en el s. XVI, tras publicarla el bachiller Luis de Peraza en su libro “Historia de Sevilla: Historia de la nobilissima è Imperial Ciudad de Sevilla“.

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Trazado de la calle Sierpes, en rojo, en un detalle del Plano de Sevilla de 1771 del asistente Pablo de Olavide. (Biblioteca de la Universidad de Sevilla).

Este relato nos lleva a la antigua Cárcel Real de Sevilla, aquélla que albergó ilustres prisioneros como Cervantes entre otros. Allá por finales del s. XV, en ella se encontraba encarcelado el bachiller Melchor de Quintana y Argüeso, acusado de ser uno de los partícipes de una conspiración contra la Corona urdida por el Duque de Arcos. Por aquel entonces se estaban sucediendo una serie de inexplicables desapariciones de niños que traían en vilo a la población hispalense, entre la que diversos rumores corrían como la pólvora. Algunos sostenían que se debían a los enfrentamientos vengativos entre las familias de los Ponce y los Guzmán, otros culpaban a los judíos acusándolos de secuestrarlos para prácticas sacrílegas y también los había que acusaban a los moros como raptores de los pequeños para venderlos como esclavos, aprovechando la Guerra de Granada. Tal era la situación, que el regente de la ciudad, D. Alfonso de Cárdenas se desesperaba por no poder dar con la solución a tan ingrato problema, por lo que quedó bastante sorprendido cuando un informante anónimo se presentó ante él para notificar que conocía la causa del problema y que él mismo lo había dado por zanjado, pero con la condición de que si quería conocer la verdad debía aceptar el pago como recompensa de lo que él pidiera. Desconfiando de este personaje, pero presionado por la situación, no le quedó más opción a D. Alfonso de Cárdenas que aceptar la propuesta de este misterioso ciudadano que resultaba ser nuestro prisionero, el cual había logrado excavar un túnel desde su celda que le condujo a las cloacas de la propia calle, lugar en el que se encontró con una enorme serpiente causante de las macabras desapariciones infantiles y a la que había dado muerte con una daga. Así pues, demostrado el desenlace, el reo fugitivo pidió como recompensa su libertad, la cual le fue concedida, consiguiendo además casarse con la hija del gobernante. Mientras tanto la quijada del reptil fue expuesta en un mesón que pasó a conocerse como Mesón de la Sierpe y así la propia calle.

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Alzado de la fachada principal de la Cárcel Real de Sevilla. Juan Navarro, 1716. [MINISTERIO DE CULTURA, Archivo Histórico Nacional, ES.AHN//CONSEJOS,nº343-347].

Y aquí finalizamos nuestro correspondiente paseo a través de la leyenda que encierra la c/ Sierpes, aunque no será el único por esta vía que albergó zapateros, guarnicioneros, espaderos, cerrajeros y hasta impresores, puede que de naipes, y que hoy día sigue siendo una calle comercial e internacionalmente conocida. Y es que una calle con personajes como el médico Nicolás Monardes, los presos de la Cárcel Real o con los desaparecidos conventos que había, son numerosas historias que merecen la pena ir desgranando en futuras ocasiones, pero nunca dejen de disfrutar de los secretos que aguardan en nuestra ciudad.

J.M.

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