Como indica el título, vamos a escribir sobre un personaje histórico fundamental para el desarrollo de la ciudad, especialmente a comienzos del siglo XX. Él es Aníbal González Álvarez-Ossorio, arquitecto sevillano que con sus construcciones, se convirtió en uno de los máximos responsables de la arquitectura regionalista en España, de ahí el amplio número de creaciones por todo el territorio nacional, pero especialmente en el sur y más concretamente en Sevilla.

Aníbal, primogénito de su familia, nació en Sevilla en 1876, aunque sus estudios, que fueron de gran esfuerzo económico para sus padres, los cursó en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, dónde el 25 de noviembre de 1902 recibió el título de arquitectura, siendo el mejor estudiante de su promoción. Ocho años después, en 1910 es nombrado director de las obras de la Exposición Iberoamericana que se celebraría en Sevilla en 1929, aunque tras un roce con el nuevo comisario del evento, el Sr. José Cruz-Conde, dimitió en 1926 . Sabemos que fue gran aficionado a la lectura, por lo que guardó una extensa biblioteca, afición que compartía con su primo Torcuato Luca de Tena y Álvarez-Ossorio, fundador de la revista Blanco y Negro y del diario ABC y que también le valió para el desarrollo de su carrera. En dicha revista, vemos en la foto superior que el 21 de septiembre de 1920 fue condecorado con la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica, al igual que el 17 de febrero de 1922 con la Gran Cruz de la Orden Civil, ambas concedidas por el Rey Alfonso XII. Dichos reconocimientos vinieron impulsados por el propio Ayuntamiento de Sevilla, dada su prolífica carrera arquitectónica, así como por el apoyo recibido por la prensa y el mismo pueblo sevillano tras recibir un atentado el 9 de enero de ese mismo 1920, en el que le dispararon cuatro anarquistas del Sindicato de Peones Albañiles. Años más tarde, en febrero de 1929, se le nombró también Hijo Predilecto de Sevilla. Fallece el mismo año de la Exposición, en 1929 a los 53 años de edad, en una absoluta ruina.

Arriba, junto al Parque de Mª Luisa, vemos la Plaza de España, que debido a la gran repercusión de dicha exposición en el 1929 la transformó en un icono de la ciudad y en el mayor símbolo de su carrera profesional, en lo que a la opinión pública hispalense nos referimos. Pero resulta curioso que gran parte de la población desconozca que no fue quien finalizó el proyecto, ya que tras su dimisión como director de obras, fue su compañero valenciano Vicente Traver la persona encargada de ejecutar los cerramientos del recinto como finalización de la obra. También destacó una de sus primeras obras realizadas, el tristemente desaparecido Café París, situado en la confluencia de la Plaza de la Campana con c/ O´Donnell, como vemos a continuación.

Por citar otras obras destacadas de Aníbal González, que aún están en pie, nos encontramos también en la Plaza de la Campana esquina con la c/Santa Mª de Gracia, el edificio de viviendas y comercio para Manuel Nogueira, la actual Capilla del Carmen en el Puente de Triana, la Casa de Maestrantes en la plaza de toros o la Casa de los Luca de Tena en la Av. de la Palmera, entre otras muchas de diferentes usos e importancia como se puede leer en este “hilo” de Twitter de José Ángel Ríos. Además no trabajó solamente en la ciudad de Sevilla, puesto que existen otros edificios notorios en localidades como Lora del Río, las gaditanas Sanlúcar de Barrameda y Jerez de la Frontera, la onubense Aracena y en la propia capital de España, Madrid. Hasta aquí llegamos en este pequeño homenaje a tan ilustre figura de la arquitectura sevillana. Más adelante rememoraremos su proyecto de la Basílica de la Milagrosa y también para otra futura ocasión comentaremos la misteriosa historia, como no podía ser de otra forma en esta Sevilla Legendaria, que relaciona su lugar de eterno descanso con la trianera Hermandad del Cachorro.

J.M.
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