La Playa de María Trifulca.

         Retomamos nuestros paseos por la historia de la ciudad, con qué  mejor ocasión que estos días de verano entre ola y ola, pero de calor, para recordar un lugar, no tan lejano en el tiempo, que era aprovechado por los sevillanos de la época para refrescarse. Efectivamente, como han podido leer en el título, Sevilla tuvo playa: La Playa de María Trifulca.

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Vista aérea de la zona, marcando la ubicación de la playa. (Ortofoto del “Vuelo Americano de 1956”, IECA).

Viendo la foto superior, el lugar es bastante fácil de ubicar, ya que se situaba bajo el actual Puente del Centenario. Por la margen izquierda, su orilla más familiar, quedaba próxima al barrio de Heliópolis y al antiguo desvío del río Guadaíra y, por la margen derecha, junto al Cortijo del Batán y unos metros antes de las instalaciones de Astilleros, siendo esta orilla de un ambiente más diverso. En dicha imagen también aparecen el estadio Benito Villamarín y ya casi al extremo las barriadas de Guadaíra y de Elcano. El origen de este área recreativa se produce tras la ejecución del Canal del Rey Alfonso XII o popularmente la Corta de Tablada, que posiblemente sea la obra hidráulica más importante del s.XX en la ciudad de Sevilla. Si bien es cierto que, con un libro de historia en la mano, podríamos afirmar que Sevilla tuvo en el pasado no una playa ni dos, sino centenares de ellas. En concreto, todas las que podemos disfrutar hoy en día en la hermosa Costa de la Luz, incluido el Estrecho de Gibraltar hasta la desembocadura del río Guadiaro, pertenecían al antiguo Reyno de Sevilla, el cual englobaba aproximadamente nuestra actual provincia y las provincias hermanas de Huelva y Cádiz, además de la zona de Antequera y parte del sur de Badajoz. Claro que esos eran otros tiempos, en los que no se hacían migraciones masivas hacia la costa y mucho menos se conocía el significado de unas vacaciones. Lo más parecido sería que la chavalería de cada lugar, en caso de tener algo de ocio, se dieran un remojón en algún río o laguna cercana a su población. Por ejemplo en nuestra ciudad ya hubo baños con anterioridad en otras zonas, como por ejemplo en Los Humeros, cerca de la Puerta Real, con horarios establecidos para hombres y mujeres.

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Mapa del “Reynado de Sevilla”. (Francisco Llobet, 1748. Real Academia de la Historia).

Y así llegamos a la época de nuestra playa. El hombre y la naturaleza formaron un arenal fluvial en torno al primer cuarto del s. XX, un rincón del extrarradio que tuvo su esplendor en esos años 20, en los de la II República, y en los primeros de la posguerra, pero que con el avance de la población y las obras del Puerto tuvo su fin en los 50, ya que son las fechas en las que se deja de tener constancia de ahogamientos en dicha zona. Por contra a lo que pudiera parecer, no era un paraíso y menos aún una balsa de aceite, era una playa peligrosa en la que las corrientes del río e inesperados hoyos jugaron malas pasadas a algunos de los bañistas y fatales a otros que no tuvieron suerte de contarlo. Por ello, muchos padres cautelosos prohibían a sus hijos acudir a esta zona del río Guadalquivir, algunos obedecían y otros más rebeldes no dudaban en acudir a la aventura, ya que el peligro natural no era el único motivo de la prohibición, también influenciaba el ambiente más libertino de algunos chozos frecuentados por homosexuales y mujeres que buscaban algo de clientela entre los obreros y marineros del puerto, para llevarlos a la intimidad de las sombras de los eucaliptos.

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Posiblemente, un domingo cualquiera en la margen izquierda hacia 1948. (ICAS-SAHP. Archivo Serrano).

Muchas son los rumores sobre el nombre de la playa, pero todos concuerdan en el difícil y duro carácter de una anciana llamada María, ya fuera la castañera que cantaba Manuel Vallejo, o fuese una hortelana del lugar, o la mujer de oscuro pasado que dicen otros, lo que está claro es que este personaje femenino fue la inspiración para que haya llegado hasta nuestros días como María Trifulca. También hubo otros personajes que, como en todo apogeo, no dudaron en buscarse las habichuelas en aquellos tiempos difíciles: hortelanos, venteros y barqueros intentaron ganarse algo ofreciendo lo que buenamente podían, ya fueran unos tomates, un guiso de conejo o cruzando en barcas las orillas como puede verse en algunas de las pocas fotos que recogen aquellos momentos de los sevillanos domingueros, unos años antes de llegar a Matalascañas y Chipiona.

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Otra instantánea, ahora en la margen derecha, también hacia 1948. (ICAS-SAHP. Archivo Serrano).

Desafortunadamente, el fin de nuestra playa tuvo uno de sus principales motivos en la tragedia ocurrida el 23 de julio de 1941, cuando un polvorín del Regimiento de Artillería, ubicado en la zona del Batán, explosionó causando numerosos heridos y varios fallecidos, además de desperfectos en las ventanas de las barriadas cercanas debido a la fuerza de la onda expansiva. Fueron días trágicos y de lucha contra las llamas del incendio que obligaron a la evacuación de Heliópolis. Este trágico suceso, así como la evolución y crecimiento de la ciudad y en particular del puerto y su industria adyacente, sentenciaron a esta playa. Posteriormente, hubo alcaldes como el Conde de Halcón o Rojas-Marcos que intentaron llevar a cabo un proyecto de playa fluvial adecuado a la ciudad, como ocurre por ejemplo en París, Ourense, Zurich, Valladolid o Berlín, aunque también tenemos otras posibilidades de escapadas más cercanas en San Nicolás del Puerto o Zahara de la Sierra.

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Fotografía aérea de la zona del actual Puente del Centenario en enero de 1944. (GMU-Sevilla).

En el centro de esta foto aérea de 1944 vemos como el Guadalquivir corta el antiguo curso del Guadaíra formando la zona de la playa e incluso otras lagunas, aún sin los Astilleros de Sevilla, y con ella finalizamos nuestro refrescante paseo de hoy por este lugar de nuestra Sevilla Legendaria, esperamos que hayan disfrutado de él y también lo hagan de su verano.

 

J.M.

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