Al igual que hoy, un 23 de noviembre pero de 1248, el Santo Rey conseguía la rendición de Sevilla. Pero en esta nueva ocasión, acudimos a la vecina localidad de Dos Hermanas, que el pasado mes celebró uno de sus días más emotivos, ya que, como cada tercer domingo de octubre, la ciudad nazarena se vuelca en la celebración de la Romería de Valme. Así pues, como si de peregrinos se tratara, vamos a encaminarnos en un paseo a través de la tradición, la historia y la leyenda que rodean a esta advocación mariana.

Retrocedemos hasta agosto de 1247, fecha en la que se inicia el asedio a la Isbiliya musulmana por parte del rey Fernando III y sus tropas, acampadas en diversos sitios alrededor de la ciudad tras apoderarse de poblaciones más cercanas, como Alcalá de Guadaíra (1246), Alcalá del Río (1247) o San Juan de Aznalfarache (1247). Así lo vemos en la siguiente imagen y queda reflejado en el callejero del barrio de San Bernardo, lugar de uno de los campamentos situado junto al Tagarete, cuyos nombres recuerdan dicha época y entre los que se incluye el de Valme.

Muchos mitos y leyendas rodean la vida del monarca castellano, del que otros tantos autores como Diego Ortiz de Zúñiga, José Alonso Morgado, Cecilia Böhl de Faber (Fernán Caballero) o más recientemente Carlos Ros, han escrito a lo largo de la historia y se hacen eco de la leyenda de la Virgen de Valme que tratamos hoy. Pero es su propio hijo Alfonso X el Sabio el que primero nos da una pista del devenir de la contienda y nos ayuda a ubicarnos con su crónica “Estoria de España” y el “Repartimiento de Sevilla”. Algo más al norte de la vigilante Torre de los Herberos, sabemos que unas suaves lomas proporcionaban una bella vista, de ahí el nombre del populoso barrio sevillano, y servían para divisar la zona de Tablada, que era una gran extensión de pinos alerces, y la amurallada ciudad algo más alejada. En dicho lugar junto al sitio de Quartos, el actual Cortijo del Cuarto, cuenta la leyenda que Fernando III, ante la ardua labor de reconquistar Sevilla y el cansancio de sus huestes, imploró ayuda a una imagen de la Virgen María que portaba entre sus pertenencias, dada la devoción mariana que profesaba. “¡Váleme, Señora, que si te dignas hacerlo, en este lugar te labraré una capilla, en la que a tus pies depositaré como ofrenda, el pendón que a los enemigos de España y de nuestra Santa Fe conquiste!”. Acto seguido, ordenó a Pelay Pérez Correa, el caballero maestre de la Orden de Santiago, que clavara su espada en la tierra, de la que comenzó a brotar un manantial de agua para que todos pudieran beber y calmar su sed, de ahí que se le conociera como la Fuente del Rey.

Como vemos en la foto superior, que es la primera en la historia de Dos Hermanas, el monarca cumplió su promesa y levantó una ermita para dicha imagen, que debido al Váleme Señora, quedó recordada como la Virgen de Valme. Venerada allí desde entonces hasta que, debido a una epidemia de fiebre amarilla hacia 1800, es trasladada a la Parroquia de Santa Mª Magdalena de la localidad nazarena, quedando el pequeño templo en mayor abandono y deterioro tras la Guerra de la Independencia. Es a mitad del s.XIX, cuando los Duques de Monpensier tienen conocimiento del estado ruinoso gracias a la novela “La Familia de Alvareda”, de Cecilia Böhl de Faber (Fernán Caballero), y encargan al arquitecto Balbino Marrón su reconstrucción. La Virgen volvió a su ermita el 9 de octubre de 1859, pero en 1868 es devuelta a Dos Hermanas ante el temor por la revolución. Hay que esperar a 1894, cuando el interés del poeta José Lamarque de Novoa promovió la creación de la romería que se ha venido celebrándose hasta la actualidad.

Así perdura esta devoción tan arraigada en Dos Hermanas, gracias a la labor de la propia Hermandad de la Virgen de Valme. Además de conservar el pendón de Fernando III, restaurado en 2002 por el IAPH, y poseer la titularidad de la propia ermita y sus aledaños, en el ahora sevillano barrio de Bellavista, donde finalizamos este histórico paseo por la Sevilla Legendaria.
J.M.
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